Luciana Levin y Melina Silverglade
Encuentro Nacional de Mujeres - Posadas 6-7-8 /Octubre / 2012
El ancho río Paraná
recibió en su orilla de ciudad enselvada, a las muchas que llenamos las plazas,
los hoteles, las escuelas, que transformamos las calles en vaivenes de lucha.
Un “acá estamos” resonando a paso doble circuló los recovecos del fin de semana
en siesta y se tornó nuevamente debate, discusión, lucha, encuentro.
Una mujer preguntándose por la relación con su marido, una niña
angustiada por su desarrollo “que en la escuela socialmente debe invisibilizar”
postulando “¿por qué a los chicos les
crecen pelos en el culo y nadie les dice nada?”. Algunas, entendiendo que
la heterosexualidad es opresión, que los sexos son construcciones sociales, otras
proponiendo que la masculinidad también oprime al varón. Muchas, demandando
colectivamente sus situaciones de precarización laboral, la falta de recursos
en sus comunidades, la ocupación de la tierra, los feminicidios, la trata.
Mujeres identificando el papel central que tenemos en los movimientos sociales,
defendiendo la necesidad urgente de la interrupción voluntaria del embarazo.
Aparecen así las casas, las vidas distintas, los barrios, los acentos, los
paisajes en las vidas de cada mujer volviéndose nosotras.
En los encuentros, únicos en el mundo y caracterizados por ser
autónomos, autoconvocados y autofinanciados, confluyen desde siempre una
multiplicidad de preguntas, en una gran diversidad de mujeres: organizadas en
partidos, movimientos sociales y sindicatos; mujeres independientes; mujeres
madres; mujeres que viajan con sus hijos/as; mujeres feministas; mujeres
lesbianas, bisexuales y heterosexuales. Mujeres militantes, obreras
industriales y rurales, estudiantes, campesinas, de pueblos originarios,
profesionales, trabajadoras, amas de casas, profesoras, empleadas, etc. En
definitiva, mujeres de distintos ámbitos y sectores sociales, de todas las
edades. Mujeres con condiciones de vida y experiencias muy distintas.
“Año tras año las mujeres
de todo el país nos reunimos para lograr que las voces de miles sean
escuchadas, a través de una modalidad horizontal, abierta, democrática y
participativa. Somos la expresión más importante de las luchas que
desarrollamos desde los lugares de inserción: la fábrica, la casa, los barrios,
la ciudad. Allí intercambiamos las experiencias, entre todas las mujeres de un
punto a otro del país. Somos miles las mujeres que vamos visualizando en los encuentros
que la situación de opresión en nuestras vidas cotidianas no es un destino. Y
lo hacemos a través de una práctica que contradice la práctica social impuesta
a las mujeres y es en los talleres del encuentro donde se recupera la voz de
las que no tienen voz.[1]”
La ciudad de Posadas, sede del encuentro, fue testigo de la confluencia
de caminos y trayectorias, historias de vida, de militancia, de cuerpos y
sentires. Circulando las calles de asfalto inusitado por la vegetación, cerca
de 20.000 mujeres traíamos preguntas, intrigas, historias para compartir. Los
más de 50 talleres horizontales abordaron durante un sábado y un domingo
atípicos una multiplicidad de problemáticas definidas histórica y
coyunturalmente: mujeres y sexualidad, familia, salud, identidad, lesbianismo,
bisexualidad, violencia hacia las mujeres, anticoncepción y aborto, mujeres
cabeza de familia, desocupación, trata, crisis social, organizaciones
barriales, ecología, impunidad, pueblos originarios, entre muchos otros.
El día sábado, unidas en grupos de hasta cuarenta mujeres, se
entretejió el debate y se fomentó la participación, dándonos el lugar para ir
aprendiendo a hablar, a hacer uso público de la palabra, un acto generalmente
atribuido como propio del ámbito masculino.
A través del tiempo estos talleres se han sabido consolidar como
espacios en los que no hay expositoras
que concentren la palabra, paneles académicos o de difusión científica. Son
talleres soberanos: lo que se discute y las conclusiones a las que se llega
pertenecen solo a las mujeres que participamos de los mismos. Tienen como
modalidad el consenso y no se vota, se reflejan todas las opiniones y posturas.
- La reivindicación pendiente: el aborto
El aborto legal es una de las reivindicaciones centrales del
encuentro, lo cual contrasta con el lugar marginal en la opinión pública
general, que tenía esta problemática años atrás. En el seno del espacio público de los encuentros, históricamente las
mujeres hemos podido instalar e incidir en la legislación sobre Patria
Potestad Compartida, Ley de Cupo, Ley del divorcio, Exclusión del hogar de
golpeadores, Confección del listado de padres incumplidores de cuota alimentaría,
sanción al acosador sexual, Ley contra la violencia familiar, Ley de salud
sexual y reproductiva, y más recientemente uniéndonos a otros sectores, la Ley de Matrimonio Igualitario
y la Ley de
Identidad de Género. Pero la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito,
entre las tantas otras reivindicaciones pendientes, es la que el encuentro
ribereño ha logrado priorizar, junto con la exigencia de declarar la emergencia
nacional contra la violencia hacia las mujeres.
La invisibilización del aborto es un indicador contundente de la
persistencia de las relaciones de dominación entre los géneros. La dimensión
del género, para pensar la legalización de la interrupción voluntaria del
embarazo es constitutiva, no un atributo secundario del fenómeno. La distinción
entre el mundo de los varones, como mundo oficial, y el mundo de las mujeres,
como escondido, se intenta romper luchando por reconocer la soberanía sobre
nuestros cuerpos. El aborto es una práctica a la vez clandestina y tolerada de
hecho, que en el encuentro toma centralidad ya que nosotras –y solamente
nosotras- armamos el temario que condensa el recorrido de nuestras vidas individuales
y colectivas.
La lucha por el aborto legal a lo largo de los años fue tomando un
carácter más incisivo en la agenda política, como demostró el último fallo de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación
sobre aborto no punible. Arraigada en el centro de la coyuntura política del
encuentro, la Campaña
Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y la lucha de
las Lesbianas y Feministas por la descriminalización del aborto, atravesaron parte
importante de los talleres sobre la temática, como así también el repaso de las
provincias que ya sancionaron el protocolo hospitalario para la concreta
atención de los abortos no punibles. Puntualmente, se estima que se realizan
clandestinamente 500.000 abortos cada año en nuestro país, por lo tanto el
encuentro refuerza e invita a cuestionar ciertas lógicas dogmáticas, con el fin
de identificar qué queremos hacer nosotras con nuestros vientres.
- Un cuestionamiento a la
heterosexualidad obligatoria
Intrínseco al debate, también se plantea todo aquello que apela a la
construcción de nuestra sexualidad, o nuestras sexualidades. Se abre así un
espacio de confrontación a la estructura sexista tradicional, de la cuál nos
vemos atravesadas todas cotidianamente. Preguntarnos sobre nuestra propia
orientación sexual y cuestionar el modelo heteronormativo dominante, conlleva
una crítica al sistema capitalista, que nos hace creer que las parejas son
siempre entre varones y mujeres y que ellos traen la plata, para que nosotras
limpiemos y cocinemos.
El placer de nuestros cuerpos, conocernos, tocarnos, hablar de
nuestra sexualidad, de nuestro tiempo libre, de lo que nos gusta, de la
depilación, son varios componentes que en el encuentro se nos cuelan:
lesbianas, heterosexuales y bisexuales nos permitimos preguntamos, qué nos da
placer, con quién queremos encontrarnos en la cama, en la plaza e inclusive,
pensar en la posibilidad de autogestionar nuestro placer, empoderarlo, ser dueñas
y promotoras de lo que nos hace gozar. Es así, que entre tantas mujeres, la
visibilidad lésbica aparece como otro elemento central que el encuentro da
lugar, ya que si históricamente el placer de las mujeres ha estado
invisibilizado, ni que hablar de las mujeres que se definen como lesbianas, y
que pueden decir a viva voz: la liberación ya no es solamente de mujeres
heterosexuales.
Dios las cría y ellas se
juntan
Los encuentros surgieron en el año 1985 cuando un grupo de mujeres
argentinas participó en la clausura de la década de la mujer en Kenia
(África). A su regreso surgió la necesidad de autoconvocarse para tratar la
problemática específica de la mujer en nuestro país, donde al igual que en el
resto del mundo, existe una marcada discriminación en el rol que tenemos en la
sociedad.
El primer encuentro nacional de mujeres se realizó en la ciudad de
Buenos Aires, donde participaron alrededor de 600 mujeres provenientes de
Capital Federal, provincia de Buenos Aires y de 13 provincias del interior del
país, desde donde también llegaron mujeres de los pueblos originarios Tobas,
Mapuches y Coyas. Así, en 1986, empezaron los encuentros en nuestro país, y
continuaron durante los 26 años consecutivos, reuniendo cada vez a más y más
mujeres, hasta llegar a cerca de 20.000 este año en la ciudad de Posadas.
Cada año, la elección de la sede en la cuál se alojará el encuentro
al año siguiente implica la necesidad de investigar las problemáticas locales.
Los encuentros, en este sentido, no solamente buscan acoger a la masiva
cantidad de mujeres que viajan desde los más recónditos territorios del país
sino fundamentalmente visibilizar en esas tierras los conflictos que atraviesan
las realidades cotidianas.
La elección de Posadas, el año anterior en el encuentro en
Bariloche, tuvo como fundamento problematizar y transparentar la preocupante
situación que viven las mujeres en torno a la inmensa red de trata que
atraviesa la provincia lindera con Paraguay. Existe la urgencia histórica de
instaurar la lucha contra la violencia sexual hacia las mujeres que son
secuestradas para el consumo de prostitución. Por eso en el encuentro decimos
que las estamos buscando y que no están perdidas, sino que fueron desaparecidas
para ser prostituidas, en plena democracia.
Tomar las calles
El domingo cerraban los talleres mientras un cielo aplastante de
calor se movía intensamente hacia los grises. Algunas gotas caían con el
viento, otras gotas comenzaban la tormenta de banderas y colores. Lloviznaban
las emociones, los sudores. Granizaban las palabras aguerridas delante de una
ciudad despertando de la siesta… “nosotras
parimos, nosotras decidimos”… “Vecina,
vecina salí de la cocina”… Recorriendo la ciudad, las mujeres nos atrevemos
a ser miradas por curiosos y curiosas. Ya no como objetos de consumo, nuestros
cuerpos llaman la atención porque están juntos, porque son muchos, porque no
nos cansamos de cantar lo que queremos ser, porque nos animamos a sacarnos las
remeras, al “tetazo”, una invitación a liberarnos del corpiño.
Marchar es una instancia de legitimación. Y de eso se trata tal vez
todo el encuentro, de romper estructuras, de desnaturalizarnos y poner a
caminar esas “nuevas mujeres”. Caminar preguntándonos ¿por qué?. Los por qués
de las desigualdades de género, clase, etnia, que nos atraviesan corporal,
mental y socialmente. Se caminan las iglesias, las catedrales, los edificios
municipales, las empresas privadas, los locales de consumo, las escuelas. Se
caminan las historias, las tristezas, las injusticias. Pero se camina también una
emoción con bombo y redoblante que invita al arte, la creatividad y la catarsis
en un marco llamado nosotras. Se lucha. Y la lucha de las mujeres es por una
sociedad radicalmente distinta.
“Cuando una mujer avanza, ningún hombre
retrocede, crece la organización”
La disputa no está en sacarle privilegios a los varones, para
invertir la relación, sino en romper el sistema de privilegios, de estereotipos
y de roles establecidos. En el encuentro circulan mujeres más femeninas, más
masculinas, que nos queremos sentir lindas con nuestros cuerpos, que queremos
dejar de estar oprimidas y que para eso nos animamos a crear y discutir allí
categorías y formas de percepción que son propias del colectivo, pero que
queremos manifestar en nuestros territorios, nuestros espacios, nuestras
ciudades y nuestras casas.
Es inevitable no
volverse con la pregunta de qué es ser mujer y, en el mejor de los casos
animarnos a de-construir nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestras
prácticas. O, por lo menos, a saber que por esos tres días pudimos hacerlo.
[1] Explica el blog del Encuentro en Posadas: (http://27encuentronacionaldemujeresposadas.wordpress.com/).
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