Un viaje por Latinoamerica, buscando encontrarnos en nuestras luchas, compartiendo nuestros saberes, construyendo comunidad, aprendiendo siempre...

Partimos en febrero del 2009 desde Buenos Aires, Argentina, sin tiempo, con nuestras preguntas y nuestras convicciones a cuestas, con las ganas de conocer(nos) el continente, de aprender(nos) las historias, las cosmovisiones, las búsquedas y las construcciones colectivas, transmitiendo también ese conglomerado de experiencias y luchas que fuimos y seguimos construyendo en nuestro suelo rioplatense.

Trabajando con la fotografía y ejecutando folklore latinoamericano en bares y colectivos llegamos en el 2011 a México y desde allá regresamos al puerto del río de la plata. Como les pasa a todos lxs que se encuentran en los desencuentros del viajar, la mochila nos persigue y seguimos regresando a esa latinoamérica que nos abraza en sus luchas cotidianas.

Abrimos este pequeño espacio para compartir algunas de las vivencias y las producciones que paso a paso vamos trabajando: relatos de las experiencias educativas en las que participamos, crónicas de talleres en las comunidades, notas publicadas en algún medio, producciones de radio, escritos mezclados...

viernes, 1 de marzo de 2013

Cada mujer volviéndose nosotras



Luciana Levin y Melina Silverglade

Encuentro Nacional de Mujeres - Posadas 6-7-8 /Octubre / 2012


El ancho río Paraná recibió en su orilla de ciudad enselvada, a las muchas que llenamos las plazas, los hoteles, las escuelas, que transformamos las calles en vaivenes de lucha. Un “acá estamos” resonando a paso doble circuló los recovecos del fin de semana en siesta y se tornó nuevamente debate, discusión, lucha, encuentro.

Una mujer preguntándose por la relación con su marido, una niña angustiada por su desarrollo “que en la escuela socialmente debe invisibilizar” postulando “¿por qué a los chicos les crecen pelos en el culo y nadie les dice nada?”. Algunas, entendiendo que la heterosexualidad es opresión, que los sexos son construcciones sociales, otras proponiendo que la masculinidad también oprime al varón. Muchas, demandando colectivamente sus situaciones de precarización laboral, la falta de recursos en sus comunidades, la ocupación de la tierra, los feminicidios, la trata. Mujeres identificando el papel central que tenemos en los movimientos sociales, defendiendo la necesidad urgente de la interrupción voluntaria del embarazo. Aparecen así las casas, las vidas distintas, los barrios, los acentos, los paisajes en las vidas de cada mujer volviéndose nosotras.
En los encuentros, únicos en el mundo y caracterizados por ser autónomos, autoconvocados y autofinanciados, confluyen desde siempre una multiplicidad de preguntas, en una gran diversidad de mujeres: organizadas en partidos, movimientos sociales y sindicatos; mujeres independientes; mujeres madres; mujeres que viajan con sus hijos/as; mujeres feministas; mujeres lesbianas, bisexuales y heterosexuales. Mujeres militantes, obreras industriales y rurales, estudiantes, campesinas, de pueblos originarios, profesionales, trabajadoras, amas de casas, profesoras, empleadas, etc. En definitiva, mujeres de distintos ámbitos y sectores sociales, de todas las edades. Mujeres con condiciones de vida y experiencias muy distintas.
“Año tras año las mujeres de todo el país nos reunimos para lograr que las voces de miles sean escuchadas, a través de una modalidad horizontal, abierta, democrática y participativa. Somos la expresión más importante de las luchas que desarrollamos desde los lugares de inserción: la fábrica, la casa, los barrios, la ciudad. Allí intercambiamos las experiencias, entre todas las mujeres de un punto a otro del país. Somos miles las mujeres que vamos visualizando en los encuentros que la situación de opresión en nuestras vidas cotidianas no es un destino. Y lo hacemos a través de una práctica que contradice la práctica social impuesta a las mujeres y es en los talleres del encuentro donde se recupera la voz de las que no tienen voz.[1]
La ciudad de Posadas, sede del encuentro, fue testigo de la confluencia de caminos y trayectorias, historias de vida, de militancia, de cuerpos y sentires. Circulando las calles de asfalto inusitado por la vegetación, cerca de 20.000 mujeres traíamos preguntas, intrigas, historias para compartir. Los más de 50 talleres horizontales abordaron durante un sábado y un domingo atípicos una multiplicidad de problemáticas definidas histórica y coyunturalmente: mujeres y sexualidad, familia, salud, identidad, lesbianismo, bisexualidad, violencia hacia las mujeres, anticoncepción y aborto, mujeres cabeza de familia, desocupación, trata, crisis social, organizaciones barriales, ecología, impunidad, pueblos originarios, entre muchos otros.
El día sábado, unidas en grupos de hasta cuarenta mujeres, se entretejió el debate y se fomentó la participación, dándonos el lugar para ir aprendiendo a hablar, a hacer uso público de la palabra, un acto generalmente atribuido como propio del ámbito masculino.
A través del tiempo estos talleres se han sabido consolidar como espacios en los que no hay  expositoras que concentren la palabra, paneles académicos o de difusión científica. Son talleres soberanos: lo que se discute y las conclusiones a las que se llega pertenecen solo a las mujeres que participamos de los mismos. Tienen como modalidad el consenso y no se vota, se reflejan todas las opiniones y posturas.
- La reivindicación pendiente: el aborto
El aborto legal es una de las reivindicaciones centrales del encuentro, lo cual contrasta con el lugar marginal en la opinión pública general, que tenía esta problemática años atrás. En el seno del espacio público de los encuentros, históricamente las mujeres hemos podido instalar e incidir en la legislación sobre Patria Potestad Compartida, Ley de Cupo, Ley del divorcio, Exclusión del hogar de golpeadores, Confección del listado de padres incumplidores de cuota alimentaría, sanción al acosador sexual, Ley contra la violencia familiar, Ley de salud sexual y reproductiva, y más recientemente uniéndonos a otros sectores, la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. Pero la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, entre las tantas otras reivindicaciones pendientes, es la que el encuentro ribereño ha logrado priorizar, junto con la exigencia de declarar la emergencia nacional contra la violencia hacia las mujeres.
La invisibilización del aborto es un indicador contundente de la persistencia de las relaciones de dominación entre los géneros. La dimensión del género, para pensar la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo es constitutiva, no un atributo secundario del fenómeno. La distinción entre el mundo de los varones, como mundo oficial, y el mundo de las mujeres, como escondido, se intenta romper luchando por reconocer la soberanía sobre nuestros cuerpos. El aborto es una práctica a la vez clandestina y tolerada de hecho, que en el encuentro toma centralidad ya que nosotras –y solamente nosotras- armamos el temario que condensa el recorrido de nuestras vidas individuales y colectivas.
La lucha por el aborto legal a lo largo de los años fue tomando un carácter más incisivo en la agenda política, como demostró el último fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre aborto no punible. Arraigada en el centro de la coyuntura política del encuentro, la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y la lucha de las Lesbianas y Feministas por la descriminalización del aborto, atravesaron parte importante de los talleres sobre la temática, como así también el repaso de las provincias que ya sancionaron el protocolo hospitalario para la concreta atención de los abortos no punibles. Puntualmente, se estima que se realizan clandestinamente 500.000 abortos cada año en nuestro país, por lo tanto el encuentro refuerza e invita a cuestionar ciertas lógicas dogmáticas, con el fin de identificar qué queremos hacer nosotras con nuestros vientres.
- Un cuestionamiento a la heterosexualidad obligatoria
Intrínseco al debate, también se plantea todo aquello que apela a la construcción de nuestra sexualidad, o nuestras sexualidades. Se abre así un espacio de confrontación a la estructura sexista tradicional, de la cuál nos vemos atravesadas todas cotidianamente. Preguntarnos sobre nuestra propia orientación sexual y cuestionar el modelo heteronormativo dominante, conlleva una crítica al sistema capitalista, que nos hace creer que las parejas son siempre entre varones y mujeres y que ellos traen la plata, para que nosotras limpiemos y cocinemos.
El placer de nuestros cuerpos, conocernos, tocarnos, hablar de nuestra sexualidad, de nuestro tiempo libre, de lo que nos gusta, de la depilación, son varios componentes que en el encuentro se nos cuelan: lesbianas, heterosexuales y bisexuales nos permitimos preguntamos, qué nos da placer, con quién queremos encontrarnos en la cama, en la plaza e inclusive, pensar en la posibilidad de autogestionar nuestro placer, empoderarlo, ser dueñas y promotoras de lo que nos hace gozar. Es así, que entre tantas mujeres, la visibilidad lésbica aparece como otro elemento central que el encuentro da lugar, ya que si históricamente el placer de las mujeres ha estado invisibilizado, ni que hablar de las mujeres que se definen como lesbianas, y que pueden decir a viva voz: la liberación ya no es solamente de mujeres heterosexuales.
Dios las cría y ellas se juntan
Los encuentros surgieron en el año 1985 cuando un grupo de mujeres argentinas participó en la clausura de la década de la mujer en Kenia (África). A su regreso surgió la necesidad de autoconvocarse para tratar la problemática específica de la mujer en nuestro país, donde al igual que en el resto del mundo, existe una marcada discriminación en el rol que tenemos en la sociedad.
El primer encuentro nacional de mujeres se realizó en la ciudad de Buenos Aires, donde participaron alrededor de 600 mujeres provenientes de Capital Federal, provincia de Buenos Aires y de 13 provincias del interior del país, desde donde también llegaron mujeres de los pueblos originarios Tobas, Mapuches y Coyas. Así, en 1986, empezaron los encuentros en nuestro país, y continuaron durante los 26 años consecutivos, reuniendo cada vez a más y más mujeres, hasta llegar a cerca de 20.000 este año en la ciudad de Posadas.
Cada año, la elección de la sede en la cuál se alojará el encuentro al año siguiente implica la necesidad de investigar las problemáticas locales. Los encuentros, en este sentido, no solamente buscan acoger a la masiva cantidad de mujeres que viajan desde los más recónditos territorios del país sino fundamentalmente visibilizar en esas tierras los conflictos que atraviesan las realidades cotidianas.
La elección de Posadas, el año anterior en el encuentro en Bariloche, tuvo como fundamento problematizar y transparentar la preocupante situación que viven las mujeres en torno a la inmensa red de trata que atraviesa la provincia lindera con Paraguay. Existe la urgencia histórica de instaurar la lucha contra la violencia sexual hacia las mujeres que son secuestradas para el consumo de prostitución. Por eso en el encuentro decimos que las estamos buscando y que no están perdidas, sino que fueron desaparecidas para ser prostituidas, en plena democracia.
Tomar las calles
El domingo cerraban los talleres mientras un cielo aplastante de calor se movía intensamente hacia los grises. Algunas gotas caían con el viento, otras gotas comenzaban la tormenta de banderas y colores. Lloviznaban las emociones, los sudores. Granizaban las palabras aguerridas delante de una ciudad  despertando de la siesta…  “nosotras parimos, nosotras decidimos”…   “Vecina, vecina salí de la cocina”… Recorriendo la ciudad, las mujeres nos atrevemos a ser miradas por curiosos y curiosas. Ya no como objetos de consumo, nuestros cuerpos llaman la atención porque están juntos, porque son muchos, porque no nos cansamos de cantar lo que queremos ser, porque nos animamos a sacarnos las remeras, al “tetazo”, una invitación a liberarnos del corpiño.
Marchar es una instancia de legitimación. Y de eso se trata tal vez todo el encuentro, de romper estructuras, de desnaturalizarnos y poner a caminar esas “nuevas mujeres”. Caminar preguntándonos ¿por qué?. Los por qués de las desigualdades de género, clase, etnia, que nos atraviesan corporal, mental y socialmente. Se caminan las iglesias, las catedrales, los edificios municipales, las empresas privadas, los locales de consumo, las escuelas. Se caminan las historias, las tristezas, las injusticias. Pero se camina también una emoción con bombo y redoblante que invita al arte, la creatividad y la catarsis en un marco llamado nosotras. Se lucha. Y la lucha de las mujeres es por una sociedad radicalmente distinta.
 “Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede, crece la organización”
La disputa no está en sacarle privilegios a los varones, para invertir la relación, sino en romper el sistema de privilegios, de estereotipos y de roles establecidos. En el encuentro circulan mujeres más femeninas, más masculinas, que nos queremos sentir lindas con nuestros cuerpos, que queremos dejar de estar oprimidas y que para eso nos animamos a crear y discutir allí categorías y formas de percepción que son propias del colectivo, pero que queremos manifestar en nuestros territorios, nuestros espacios, nuestras ciudades y nuestras casas.
Es inevitable no volverse con la pregunta de qué es ser mujer y, en el mejor de los casos animarnos a de-construir nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestras prácticas. O, por lo menos, a saber que por esos tres días pudimos hacerlo.



[1] Explica el blog del Encuentro en Posadas: (http://27encuentronacionaldemujeresposadas.wordpress.com/).